Visitamos Olesa como espacio carismático.
Olesa, espacio de encuentro con Dios. Las palabras de Oseas expresan bien lo que fue la experiencia de Paula en Olesa: “la llevaré al desierto y le hablaré al corazón…” (2, 16.21). La oración personal es esencial en nuestra vida como Escolapias consagradas. Paula nos lo enseña con el testimonio de su vida y su palabra, nos anima así: “sed almas de oración, sólo así progresará nuestro amado Instituto”2.
Olesa, casa de fraternidad y amistad. La mesa de Olesa simboliza nuestra fraternidad abierta a Dios y al mundo. Hemos de ser casa de puertas abiertas, comunidades que posibiliten espacios de confianza, respeto, perdón, alegría, libertad y familia. Sentadas junto a Paula en la mesa de Olesa nos sentimos hermanas, y nos abrimos a un espacio infinito en el que cabemos todas las hermanas del Instituto, también profesores, alumnos familias…
Olesa, cambio de paradigma. Jesús, desde lo alto del monte, nos llama a ser felices, a ser sal, a ser luz, a ser evangelio encarnado, es un cambio de paradigma respecto de los valores mundanos y materiales. Paula contempla la montaña de Montserrat y desde allí nos invita a encontrar la felicidad en la voluntad del Padre, “con la humildad y la obediencia nos uniremos a Jesucristo”. Busquemos ser felices siendo mujeres de esperanza, coherentes, entregadas a la misión, anunciando el Evangelio con valentía y sentido profético. Desde este cambio de paradigma estamos llamadas a ser constructoras de paz y justicia y a promover acciones que ayuden a la transformación social y a ser felices aún cuando nos persigan.
Olesa, salir, ser enviadas. En el año 1859, Paula Montal, realiza su última fundación, Olesa de Montserrat. Tiene 60 años y aunque permanece aquí hasta su muerte, continúa viviendo en la misma actitud de “salida” que han caracterizado sus treinta años como “fundadora”. Olesa es la plenitud de su madurez humana, religiosa y carismática. Ahora desde el cielo, nos sigue enviando al mundo, “id y anunciad”, no tengáis miedo en la reorganización que el Instituto necesita para este tiempo nuevo, recread el carisma y ofreced una respuesta novedosa y evangélica a los niños y jóvenes de hoy.
Olesa, llamada y seguimiento. Visitar Olesa de la mano de Paula, es hacer un viaje a las fuentes de nuestra identidad escolapia. En Olesa se acrecienta nuestra identidad y sentido de pertenencia. Sintiéndonos verdaderas escolapias y conscientes de que Jesús sigue llamando, nos urge al compromiso de generar en nosotras y en nuestras comunidades una cultura vocacional creativa y profunda, que ofrezca a los jóvenes caminos de sentido.
Olesa, escuela de humanidad. El mayor atractivo que ofreció Olesa a Paula Montal fue su pobreza y la Moreneta. Siguiendo el ejemplo de María, nuestra vida escolapia se arraiga en lo pequeño y en lo cotidiano. La Virgen tiene un lugar privilegiado en nuestra espiritualidad, bajo su protección ponemos nuestra misión de salvar las familias, trabajar a favor de la promoción de la mujer y educar en valores humanos y cristianos.
Olesa, encuentro que libera. Los años de Paula vividos en Olesa se caracterizaron por una vida de oración, amor a los pobres y fidelidad a las Constituciones. A nosotras hoy, Olesa también nos invita a un encuentro con Jesús que, con su agua viva, nos pone ante nuestra propia verdad que nos libera y sana.