Espiritualidad

Calasancia

Paula Montal vive una vida feliz hasta 1809, cuando su padre muere. Ella, como hija mayor trabajará como puntaire junto a su madre para sacar a la familia adelante.

Desde su

propia experiencia

Por propia experiencia, Paula aprende que no es suficiente con dar catequesis, sino que es preciso enseñar a las niñas. En 1829 surge la oportunidad de empezar a trabajar como maestra de niñas.

Paula Montal y su amiga Inés Busquets no se lo piensan y se atreven a marchar a Figueras y abren una escuela en un palomar. Su enseñanza tiene gran nivel, va más allá de los encajes y bolillos y de la catequesis, por eso funciona muy bien y se apuntan muchas maestras. Paula Montal tiene noticia de los Padres Escolapios y descubre que la obra de José de Calasanz, realizada con los niños pobres es lo que ella deseaba para las niñas. Siente deseos de ser verdadera escolapia. En 1842 Paula vuelve a su pueblo natal y abre una escuela en Arenys de Mar.

En 1846 surge la oportunidad de fundar en Sabadell, allí el P. Jacinto Feliú, escolapio, encomendará al P. Agustín Casanovas, también seguidor de Calasanz, que ayude a Paula y a sus compañeras enseñándoles la pedagogía escolapia para sus escuelas, pero, sobre todo, a ser escolapias.

A partir de 1848 crecen el número de Escolapias y de colegios de Escolapias. Lo importante es que un nuevo brote ha surgido en el carisma de José de Calasanz que lo enriquece y recrea. Se las puertas a las niñas y con ellos se acoge a las mujeres y a las familias. El nuevo lema será “Salvar las familias enseñando a las niñas el Santo Temor de Dios”.